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Desigualdad v/s Bienestar y Salud Mental

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Dra. Claudia Barrera Renault
Médico psiquiatra
Gerenta General de Grupo Cetep

La desigualdad social tiene efectos deletéreos demostrados en la población general. El aumento de enfermedades de salud mental, así como de aumento de la desconfianza social y violencia son una muestra de ello.

Richard Wilkinson, investigador de salud pública de Reino Unido, quien ha dedicado toda su vida a estudiar los efectos sociales de la desigualdad de ingresos y cómo esto afecta la salud, indica que existe una gran cantidad de evidencia estadística de que las sociedades con una brecha de ingresos menor entre ricos y pobres, son más felices y saludables que las sociedades con mayores disparidades en la distribución de la riqueza.

En nuestro país la realidad es bien triste respecto de las brechas de desigualdad. El informe elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo 2017, señala que históricamente Chile tiene una historia de desigualdad que se remonta a la fecha de inicio de recolección de datos (siglo XIX). Desgraciadamente esta realidad se ha mantenido hasta nuestros días. El mismo informe indica que de acuerdo con el Servicio de Impuestos Internos (SII) el 1% más rico de los perceptores de ingresos concentra cerca del 30% del total de los ingresos generados en el país.

Si el diagnóstico de desigualdad está claro, deberíamos tener más conciencia de los alcances de esta enfermedad social y sus consecuencias demostradas científicamente: el aumento de enfermedades de salud mental, el mayor consumo de alcohol y drogas, el aumento de la obesidad, el embarazo adolescente, el aumento de la desconfianza social y la violencia (www.equalitytrust.org.uk). Todas éstas son consecuencias transversales que afectan a toda la población, y explican la crisis que hemos estado viviendo estos días en nuestro país.

Para encontrar la solución a este problema debemos mirar a los países que han resuelto este tema y apuntar a un cambio cultural que nos compromete a todos.

La crisis que estamos viviendo debería ser una invitación a que cada uno de nosotros reflexione sobre su responsabilidad personal, en relación a lo que hemos hecho: reproducir conductas individualistas o consumistas; y lo que no hemos hecho: poner nuestro conocimiento y energía para alcanzar un cambio cultural.

Mejorar el bienestar y la salud de nuestro país es tarea de todos, y ello requiere necesariamente que cada uno de nosotros ponga esfuerzo en crear un cambio cultural que apunte a disminuir la desigualdad social.

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